En el universo de las telecomunicaciones, la calidad del servicio y la transparencia son aspectos cruciales para la satisfacción del cliente. Sin embargo, en mi experiencia reciente con Movistar Ecuador, me he encontrado con situaciones que plantean interrogantes sobre la integridad de sus prácticas comerciales. Comparto mi experiencia para arrojar luz sobre un patrón preocupante que sugiere que el gigante de las telecomunicaciones podría estar utilizando tácticas cuestionables para impulsar la adopción de planes móviles.
Hace poco empecé a notar problemas con mi servicio móvil de Movistar en Ecuador. Mis contactos no podían realizar llamadas a mi teléfono. Para mi sorpresa, se encontraban con el mensaje «Bienvenido a Claro/Movistar/Cnt/Tuenti, el número que marcaste no existe«. Desconcertado por esta situación, decidí dirigirme a la agencia de Movistar en el Mall de los Andes de la ciudad de Ambato en busca de respuestas.
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Mi sorpresa fue mayúscula al escuchar la explicación del personal de Movistar. Según ellos, el problema residía en mi chip, que supuestamente era obsoleto ya que databa del 2019. Me instaron a actualizar mi chip y, para hacerlo, se requería la adquisición de un plan móvil. Este dictamen resultaba extraño, ya que recordaba haber cambiado mi chip apenas en el 2022. Con insistencia presioné al agente que me atendió para obtener una alternativa, tras lo cual me reveló que la segunda opción para actualizar el chip era responder a «mis tres preguntas de validación«.
A pesar de estar en la obligación de indicar su nombre, el agente se negó a dar esta información. Tuve que acudir al gerente para que de mala gana me dijera que el agente se llamaba «Bryan», así a secas.
Tuve que comunicarme con el servicio al cliente de Movistar para que, sorprendentemente después, en la misma agencia me dieran la opción de actualizar mi chip presentando la documentación necesaria y pagando el costo del chip, un proceso que debería haber sido la primera opción en lugar de intentar forzar la compra de un plan móvil. Lo más curioso de todo esto es que ni siquiera fue necesario cambiar de chip. Minutos después de hacer un par de pruebas cruzadas (con otro móvil) las llamadas ya entraban correctamente. Coincidencia?
Esta situación plantea varias interrogantes. ¿Por qué se afirmó inicialmente que mi chip era antiguo cuando, de hecho, era relativamente actual? ¿Por qué la única solución ofrecida inicialmente era la compra de un plan móvil? Y lo más importante ¿Por qué surgió el problema de las llamadas en mi teléfono y desapareció después de todo este embrollo? Esta no es una experiencia única. Un familiar cercano enfrentó una situación idéntica en la misma agencia de Movistar en el pasado, lo que sugiere que estas prácticas podrían ser sistemáticas.
Este incidente plantea preguntas serias sobre las tácticas utilizadas por Movistar Ecuador para fomentar la adopción de planes móviles. ¿Es este un enfoque deliberado para impulsar las ventas, incluso a expensas de la satisfacción del cliente? Los consumidores merecen respuestas claras y soluciones justas, sin sentirse presionados a adquirir servicios que no necesitan.
En última instancia, es imperativo que los proveedores de servicios móviles, como Movistar, revisen y mejoren sus prácticas comerciales para garantizar la transparencia y la honestidad en sus interacciones con los clientes. La confianza del consumidor es un activo invaluable, y su pérdida puede tener consecuencias duraderas en la reputación de la empresa.